"Durante casi dos años serví con el capitán Alatriste en las galeras de Nápoles. Por eso hablaré ahora de escaramuzas, corsarios, abordajes, matanzas y saqueos. Así conocerán vuestras mercedes el modo en que el nombre de mi patria era respetado, temido y odiado también en los mares de Levante. Contaré que el diablo no tiene color, ni nación, ni bandera; y cómo, para crear el infierno en el mar o en la tierra, no eran menester más que un español y el filo de una espada. En eso, como en casi todo, mejor nos habría ido haciendo lo que otros, más atentos a la prosperidad que a la reputación, abriéndonos al mundo que habíamos descubierto y ensanchado, en vez de enrocarnos en las sotanas de los confesores reales, los privilegios de sangre, la poca afición al trabajo, la cruz y la espada, mientras se nos pudrían la inteligencia, la patria y el alma. Pero nadie nos permitió elegir. Al menos, para pasmo de la Historia, supimos cobrárselo caro al mundo, acuchillándolo hasta que no quedamos uno en pie. Dirán vuestras mercedes que ése es magro consuelo, y tienen razón. Pero nos limitábamos a hacer nuestro oficio sin entender de gobiernos, filosofías ni teologías. Pardiez. Éramos soldados".
Ayer incié la lectura de este libro. Tenía rato ya desde que leí "La Reina del Sur", y aunque compré "La piel del Tambor", aún no lo leo, ya que mi padre lo tomó. Este libro es uno más con aventuras del Capitán Alatriste. Como estoy dado al catre por la gripa, mis horarios están un poco trastocados y casi llevo leida la mitad del libro. Interesante, aunque me doy cuenta de cuán poco del español conozco, y me refiero al idioma. El texto está impregnado con términos de marina, y en ratos me pareciera que está escrito en otro idioma. He tenido que optar por buscar en el diccionario algunos de esos términos. ¡Qué rico es aprender!
Ya veremos cómo termina.
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